Hablamos de un programa capaz de procesar lenguaje natural de forma rudimentaria para conversar con una persona como si fuera su terapeuta, mediante una consecución de preguntas en una interfaz de texto. No había inteligencia artificial de fondo, pero las bases estaban sentadas.
Hoy, una de las soluciones con mayor impacto en este tipo de plataformas es la de los sistemas de inteligencia artificial conversacionales o chatbots, un software desarrollado para simular la experiencia de conversar con el usuario como si realmente fuera un humano. Entre las tareas más comunes que realiza un chatbot están hacer una reservación en un restaurante, seleccionar fechas en el calendario o mostrar información de interés de su interlocutor. Las plataformas conversacionales con IA se están usando en empresas para construir aplicaciones que responden preguntas y pueden dar soporte en múltiples servicios sin necesitar supervisión humana. Este mercado está creciendo rápidamente luego de la aceptación de herramientas como Google Assistant, Siri de Apple, Cortana de Microsoft y Alexa de Amazon, entre otras.
Existen distintas clasificaciones para los chatbots, están los gráficos –aquellos que se comunican con las personas a través de una interfaz gráfica, como Eliza–; los conversacionales, que gracias a su capacidad de procesar el lenguaje natural entienden la “intención” de su interlocutor para ofrecerle una respuesta adecuada, como Watson Conversation, de IBM y API.ai, de Google; también los hay transaccionales, que pueden conectarse con un CRM ante la consulta de un cliente o con un sistema bancario para informes respecto al saldo de una cuenta. La gran mayoría de chatbots no es por completo independiente de sus empleadores humanos, pero esto podría cambiar en el futuro próximo.